Ella era
fría, fría. Nunca decía nada o, si lo hacía, formaba las palabras de una forma
para que no se notara demasiado su “ternura”. Ella era retirada, retirada.
Creía que era agobiante tener una iniciativa con los demás sin ser llamada
antes. Ella era una relacionada bipolar, bipolar. Siempre se comportaba de la
misma forma, aunque los otros señalaran lo contrario. Ella se guardaba todo,
todo. Amontonaba sus deseos, y sus sentimientos se ubicaban como un papel
arrugado en uno de los rincones de sí misma que ella misma adaptaba. Ella era
despreocupada, mucho más que despreocupada, orgullosa. No podía bajar su punto,
era difícil, pero sí se disculpaba cuando tenía que hacerlo, aunque odiaba
equivocarse. Ella odia ser la anónima que antes era primordial. Ella, a pesar
de ser dura, dura, era la que te quería, te quería, más que a nada en la vida…
Sí, MÁS QUE A NADA .